jueves, 1 de marzo de 2018

Salud y educación: Conciliando gratis y público

 Aunque no son monopolios del Estado si se considera que la provisión de servicios de salud y educación son una función importante del Estado. De allí viene la educación y la salud públicas.

 Pero hay problemas con ello. En primer lugar, público y gratis no son sinónimos. El consumidor de un servicio público no paga directamente por el mismo, pero si lo hace indirectamente al pagar sus impuestos. Y también contribuyen otros millones de ciudadanos al pagar esos impuestos.  De ahí que los "malignos" liberales estemos obsesionados con el gasto público: Queremos que vaya a donde es necesario que vaya, entre ellos a los centros sanitarios y educativos.

 El otro problema: La gratuidad total conlleva a que esos servicios no mejoren ni aspiren a la excelencia. No tienen ningún incentivo en mejorar y siempre contarán con un público cautivo, en este caso, la gente de menores recursos. Eso termina perjudicando a esas personas que por no poder acceder a un mejor servicio sufren problemas, ya sean atención deficiente o menor educación.

 Por lo tanto, el Estado debe asumir la responsabilidad y cumplir con su deber de darle a los habitantes un nivel digno de vida. ¿Cómo poder hacerlo sin comprometer las cuentas públicas? Financiando la demanda y no la oferta.

 Que cada hospital y cada escuela sean entes autárquicos, autónomos, que se mantengan por sí mismos. Y que sus ingresos provengan de los eventuales pacientes o clientes. Sería bastante ilógico en este contexto cobrarles personalmente, más sabiendo que en muchos casos se trata de personas que realmente no pueden pagar.

 Entonces la solución viene por el lado del Estado. Un seguro médico básico universal o vouchers educativos. Que el Estado subsidie a los sectores más carenciados y que estos elijan a que escuelas u hospitales quieren concurrir. El siguiente paso también será firmar acuerdos con instituciones privadas, para que pueda finalmente haber una verdadera competencia y para que, más importante aún, las personas tengan acceso a servicios de calidad y puedan elegir libremente.

 Obviamente que esto no se resuelve de un día para otro y que todo debe ser llevado a cabo de forma prolija y con plazos certeros. Por supuesto también que los casos de la salud y la educación no son completamente análogos y que deben observarse las diferencias. Pero todo esto sirve apenas como una introducción para una solución profunda. Problemas grandes requieren grandes soluciones.

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